Mi madre siempre nos preparaba así las espinacas cuando éramos niños para comerlas sin rechistar.
Yo las he seguido preparando a mis hijos cuando eran pequeños y les ponía queso para gratinar.
Hoy os presento esta versión más moderna y con un toque especiado que le aporta un sabor rotundo e impactante.
La forma de cocer o cocinar las espinacas es variada. Se pueden hacer en una olla o cazuela con agua hirviendo, como toda la vida, o bien utilizar una sartén y rehogarlas, o como yo hice que ensucia menos y es más rápido, en el microondas.
También se pueden usar espinacas frescas o congeladas. Yo prefiero las frescas, aunque siempre tengo en el congelador espinacas congeladas para improvisar una cena o comida.
La salsa bechamel es tal y como la hacía mi madre, Concha, que era una experta cocinera.
Para 4 raciones:
- 300 g de espinacas frescas
- 1 cucharada de curry
- 4 cucharadas de harina de trigo
- 2 cucharadas de mantequilla
- 2 cucharadas de aceite de oliva
- 500 mL de leche entera
- sal
- 50 g de queso manchego viejo
Se comienza cocinando las espinacas. Como os dije anteriormente, yo las pongo en un recipiente con dos dedos de agua con una pizca de sal, coloco las espinacas aplastadas, las tapo con papel film pinchado con un tenedor y las pongo en el microondas a máxima potencia durante 5-6 minutos.
Una vez cocinadas se cortan en tiras y se reservan. Se pone a calentar la leche para la bechamel.
Se pone en una cazuela la grasa. La bechamel original sólo lleva mantequilla, pero yo pongo mitad de mantequilla y mitad de aceite de oliva.
Una vez derretida la mantequilla y que esté la grasa caliente se añade la harina y se remueve hasta hacer una roux. Es una masa o "pelota" que integra perfectamente la grasa con la harina y que así no tiene sabor "a crudo".
Se va incorporando, poco a poco, la leche y haciendo engordar la salsa y haciéndola más lisa y clara.
También se añade el curry y se rectifica de sal. Una vez hecha la bechamel, se incorporan las espinacas cocidas.
No importa que haya un poco de agua de cocción de las espinacas. El agua contiene los folatos o ácido fólico.
Se sigue removiendo hasta que quede una crema que esté muy espesa.
Se sirven recién hechas espolvoreando con el queso recién rallado.
También, si se desea, se pueden gratinar unos minutos en el horno.
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