Me trajo mi hermano Jaime unas judías de La Granja, el pueblo de nuestros padres, y como tenía un poco de frío y estaba destemplada, las puse en remojo y me dispuse a cocinarlas al día siguiente.
No tenía ganas de hacerlas a la manera tradicional y, además, no tenía todo el condumio del cerdo en casa, así que, compré unos gambones para hacer una revisión del clásico de mi madre.