Nunca había preparado un pavo asado y este año se presentó la oportunidad. Mi hijo Nacho tenía que aprender a hacerlo para comerlo en USA en Thanksgiving, así que, nos lanzamos a la aventura de asarlo previamente para probar el punto y ver si valía la pena.
El resultado ha sido espectacular. El asado estaba delicioso; jugoso y tierno, y las salsas y guarniciones resaltaban su sabor. Cumplimos el objetivo: reunirnos en torno a la mesa compartiendo familia y amigos y dando gracias por poder hacerlo.