Realmente, creo que abrí este blog por incluir esta maravillosa receta y, de paso, hacer un homenaje a mi abuela Carmen.
Hoy escribo mi entrada número cien y aprovecho que este sitio va rodando y que me encuentro más suelta para celebrarlo compartiendo la joya de la corona de las recetas de mi familia.
Estas galletas se llevan elaborando en mi casa desde hace más de 75 años. Mis abuelos, Carmen y Narciso, vivían en La Granja de San Ildefonso (Segovia, España) donde se encargaban de la Oficina de Teléfonos del pueblo. Mi abuelo, además trabajaba en la emblemática fábrica de vidrio de la localidad.
Carmen era una magnífica cocinera y siempre aprovechaba cualquier oportunidad para aprender nuevas recetas y elaboraciones. Preguntaba a los cocineros del vecino Hotel Europeo y no le importaba la dificultad de las preparaciones. Era una mujer excepcional: trabajadora infatigable (nunca tuvo vacaciones ni conoció el mar), adelantada a su época, risueña (siempre tenía una sonrisa para todos), sabia y carismática.
En los años 30 del siglo pasado, llegaron a la fábrica del Real Sitio unos artesanos manchoneros procedentes de Bélgica. Eran unos trabajadores del vidrio que hacían los manchones o formas de vidrio cilíndricas que luego se recortaban para producir vidrio plano. Ellos trajeron la receta de estas galletas que recuerdan a los gaufres, aunque sólo en la forma.
El problema era disponer del molde adecuado para poder realizar las galletas. En los años sucesivos se fabricaron los moldes de hierro fundido en la fundición de la fábrica, pues también realizaban los moldes para los recipientes de cristal que luego se llenaban del vidrio fundido.
El molde en el que se hacen las galletas y que podéis ver en la foto de abajo tiene unos 70-75 años y pertenecía a mi abuela Carmen. Sin él es imposible hacer estas extraordinarias galletas, aunque os voy a proporcionar la receta de igual manera. Creo que venden unos moldes eléctricos para gofres en los que se pueden hacer las "belgas", como las llamamos en casa, pero el resultado no es el mismo, obviamente.
La elaboración de las galletas es todo un ritual. El día anterior hay que preparar la masa y dejarla enfriar un día entero en el frigo (incluso si se congela la masa y se saca una hora antes de hacer las galletas se preparan mejor). Mi madre, Concha, nos regañaba siempre porque veía la marca de los deditos en la masa. Está tan deliciosa aún cruda que mis hermanos, mi hermana y yo no podíamos evitar la tentación de "probar" la masa aunque dejáramos la prueba del delito.
Una vez que te has puesto con ellas hay que contar con dos o tres horas de amorosa paciencia por delante, pues salen unas 120-130 galletas y como veis en la fotografía se hacen de dos en dos. Claro, ya habréis hecho la cuenta: hay que mover el molde, que pesa un poquito, unas 260 veces como poco.
Cuando yo era niña, me encantaba regresar del colegio y que desde el portal de mi casa ya oliera a "belgas".
Mis queridas amigas del cole siempre deseaban que llegara la fecha de mi cumpleaños. Eso suponía una merienda que consistía en una
chocolatada con belgas. ¿Os imagináis el placer del chocolate Valor inundando los agujeritos de las galletas?
- 500 g de mantequilla
- 8 huevos
- 500 g de azúcar
- 1 Kg de harina
- medio frasco de vainillina azucarada
- una cucharadita de vainilla pura molida
Se deshace la mantequilla calentando suavemente y se mezcla con el azúcar. Se bate un poco y se van añadiendo los huevos, de dos en dos, y batiendo con la batidora eléctrica hasta que la consistencia sea cremosa.
Se va añadiendo la harina, poco a poco, y se va mezclando mientras la batidora nos lo permita. Se incorpora la vainillina y la vainllla pura molida y se liga con una espátula de madera, moviendo desde las paredes del recipiente hasta el interior.
Se mete la masa en la nevera durante un día. Al día siguiente se pone a calentar el molde, siempre en cocina de gas (es otro de los inconvenientes, me tengo que ir a casa de la tía Carmina que aún conserva el gas en su cocina porque se resiste a dejar de hacer las galletas belgas -gracias Carmina-). Se unta el interior del molde con un poco de tocino blanco, para que no se peguen las galletas.
Mientras vamos haciendo bolitas de masa con una cuchara como las de la foto siguiente:
Se van moldeando con la cuenca de las manos y se van disponiendo en el molde, de dos en dos. Se espera un instante y se les da la vuelta para que se hagan por el otro lado. Se dejan enfriar en la encimera.
Como podéis observar el resultado es espectacular y el sabor, ni os cuento!!
Como homenaje a las mujeres de mi familia y con agradecimiento infinito por hacernos la vida más grata y feliz a todos los que estábamos a su alrededor...