Gracias a Grupo Banco Popular, tuve el privilegio de asistir como congresista a la edición de
#Madridfusión2016.
Durante tres días de enero, 25, 26 y 27, se celebra en la capital española el congreso mundial, lugar de encuentro de cocineros, chefs, foodies, bodegueros, proveedores, consultores gastronómicos, bloggers y aficionados a la gastronomía y a la cocina.
Hoy por fin conseguimos reservar en la Taberna Pedraza, un honesto restaurante en la C/Ibiza, 38, en Madrid.
Por una casualidad fuimos espectadores de excepción pues estábamos situados en lo que ellos llaman "El palco". Es una zona de barra con vistas directas a la parrilla y con un camarero único, Samuel, que nos atendió maravillosamente y estaba pendiente de nosotros en todo momento.
Hace escasos 2 meses abrió en la C/ San Lorenzo, 9, en pleno barrio de Malasaña, en Madrid este fantástico restaurante de bocadillos de autor, ensaladas, perritos, patatas y otras delicias de fast food pero cuidada con esmero y pensada con imaginación para salirse de los lugares convencionales (también es una galería de arte).
Hace ya tiempo que quería subir esta entrada y, mientras tanto, MUTA lleva ya desde su inicio brasileño otros dos ejercicios de imaginación y nuevas ideas en el campo tan competitivo de la gastronomía madrileña.
Javier Bonet, creador y artífice de Sala de Despiece, la barra más atrevida y loca de Madrid desde 2013, abrió justo enfrente este local de comidas efímero. Su propuesta varía cada cierto número de meses, manteniendo una cocina con plancha, una barra y unas mesas de embalaje que se transforman en cada nueva idea de Javier.
Este es un plato que tiene fieles defensores y unos cuantos detractores que se dejan llevar por la fealdad de las humildes partes con las que se elabora esta delicia.
A los niños no les suele gustar, de hecho a mi hasta los 12 años o así no me convencieron. Desde entonces me entusiasman, aunque los coma muy de vez en cuando.
Ya en Madrid y con unos meses de exitosa andadura, visitamos la heladería Rocambolesc. El proyecto de Jordi Roca y Alejandra Rivas se encuentra en la última planta de El Corte Inglés de la C/Serrano, 52.
Pese a la mala fama inmerecida, si una hamburguesa está elaborada con una buena carne, hecha jugosa en una parrilla o plancha y acompañada de unas papas fritas caseritas, el goce está garantizado.
Esta es una receta de aprovechamiento. En lugar de utilizar los restos de la "ropa vieja" del cocido madrileño para preparar unas croquetas, lo he picado muy menudo y he mezclado con una salsa de tomate casero.
En estos días de frío me gusta preparar los domingos un buen cocidito madrileño, pero al llegar al tercer vuelco -las carnes- ya estamos llenos tras la sopa (primer vuelco) y los garbanzos con repollo o verdura (segundo vuelco). Siempre me sobra carne que hay que reutilizar.
Curiosamente, nada más publicar la entrada vi que la encantadora Rosalía de Rossgastronómica iniciaba proyecto RECICLANDO SABORES, con unas Delicias de cocido para chuparse los dedos. Si os animáis a participar podéis entrar en su blog pinchando aquí.
En pleno barrio de Salamanca, en concreto en la C/ Núñez de Balboa, 75, se encuentra esta clásica tortillería madrileña. Su nombre alude a los flashes de los fotógrafos y eso se refleja en su moderna y funcional decoración.
Mira que ya estvimos hace un año por allí, pero las fotos se me quedaron en el olvido y la entrada pendiente. En estos días navideños de quedar con amigos, tomarse unas cañas y charlar de la vida, recordamos este bar especial y único y nos acercamos de nuevo a degustr su magnífica cocina en miniatura.
En la noche de los muertos nos recibía este esqueleto mexicano en la puerta del restaurante Lamordida de la calle Belén, 6.
La cocina mexicana está llena de sabores, colores y aromas que alegran y entonan el cuerpo. Sus especialidades son las enchiladas, tacos, sincronizadas, burritos con sus chiles y sus carnes maceradas y especiadas.
En el castizo barrio de Chamberí, en concreto en la calle Ponzano, nos encontramos con un montón de posibilidades de tapeo, pinchos, cervezas bien tiradas en sus bares y tabernas.
En el número 8 de esta calle se encuentra Lambuzo, sucursal de la casa madre en la calle de las Conchas. Se trata de una taberna gaditana con multitud de platos y productos de su tierra.
Su dueño y gestor, el atento y encantador Pepe nos asesoró y tomó nota de la comanda.
Tienen cerveza Cruzcampo y vinos de la tierra, en concreto, Barbadillo y Campo de Borja.
Entre las delicias que probamos se encontraban sus chocos fritos al estilo andaluz, con su aceite de oliva virgen sevillano y sin una pizca de grasa, demostrando que los gaditanos en el arte de la fritura son únicos.
Otro de sus clásicos es la ensaladilla con langostinos y las "papas aliñás con caballa de Tarifa":
Sus croquetas son exquisitas. Aquí se comprueba el nombre que recibe la taberna, Lambuzo significa algo parecido a "tragón" o el que quiere probar de todo sin dejarse nada.
Te ofrecen un surtido llamado lambuceo de croquetas en el que puedes degustar sus variedades repartidas en 12 piezas. Nosotros probamos las de morcilla, las de tortillitas de camarones y las más ricas, a nuestro parecer, que eran las de gambas al ajillo. (Juraría que hice una foto de las croques, pero no la encuentro...)
No podía faltar el bienmesabe o cazón en adobo. Veredicto: espectacular.
También probamos la tortillitas de bacalao. Aunque se llamen tortillitas son más bien tortitas, realizadas fundamentalmente con harina de garbanzo y los consabidos camarones o, en este caso, bacalao.
Pese a que Pepe nos recomendó el postre estrella de la casa, la tarta de queso de su hija, no tomamos ningún postre, por lo que habrá que regresar para culminar un nuevo tapeo con el final dulce.
En fin, sitio muy recomendable, en el que ofrecen tapa, media ración o ración entera para que podáis probar un montón de especialidades.
Dedicada, con cariño, a mi primo gallego José y a sus chicas, Raquel y Sara (faltaba Claudia...)
Un italiano siempre es una buena opción, y si es italiano de verdad, entonces es una apuesta segura. Vi a Andrea Tumbarello en Canalcocina y me encantó la afabilidad de este hombre. Si añadimos que nació en el año 1964 y es economista (ambas circunstancias compartidas con mi marido, Luis) ponemos más puntos a su favor. Es una broma, tenía ganas de visitar la casa del llamado "rey de la trufa" y encontré una buena ocasión para conocer su cocina.
De niña siempre oí decir a mi padre la frase de "Madrid, en agosto, Baden Baden". A mi el nombre de la ciudad me sonaba muy sugerente y luego comprendí que era un famoso enclave alemán de la Selva Negra, lugar de vacaciones de la burguesía mundial en el XIX y célebre por sus balnearios.
Pues eso. Muchos madrileños dejan la ardiente ciudad en agosto y otros la disfrutamos en su mejor momento: de noche, cuando no hace tanto calor, con sitio para aparcar y espacio en los bares y restaurantes para cenar o picotear sin reservas.
Ya había oído hablar de este lugar y me picaba la curiosidad. Cuando un sitio se pone de moda, no siempre es la mejor opción. En este caso, no defraudó.
Ayer noche nos reunimos 14 amig@s para celebrar el final del curso académico de nuestros hijos y el solsticio de verano. Quedamos en este coqueto restaurante, el primer argentino que abrió en la ciudad de Madrid, allá por 1977.
Nosotros ya conocíamos el antiguo enclave en la calle Villaamil, cerrado por causas mayores...
Estas imágenes ilustran el aspecto del comedor, con aires nostálgicos, periódicos antiguos, fotos del cantante Carlos Gardel por doquier, acordeones, foto gigante de la calle de Corrientes, banderines de los equipos locales y mil cachivaches más...
Al ser un grupo numeroso optamos por el menú, que nos permitía degustar todas las especialidades argentinas.
Mientras esperábamos a que llegaran todos, bebimos cerveza y comimos paté casero de cerdo ibérico, encurtidos y queso de Cabrales.
Luego empezó el delicioso menú de especialidades porteñas... Comenzamos con pimientos de piquillo asados, provoleta a la parrilla (queso Provolone italiano), empanadillas criollas y degustación de chorizo y morcilla parrillera. Podéis ver el buenísimo aspecto de todos los entrantes:
Piquillos asados
Provoleta
Para compartir tomamos lomo alto de Argentina y colita de cuadril de Uruguay, todas las carnes a la brasa y al punto. Para acompañar, ensalada verde y patatas fritas caseras. Muy, muy rico todo, con su salsa chimichurri para sublimar el sabor de la carne y regado con tinto de la Ribera del Duero.
Para acabar tan suculenta cena, qué mejor remate que un surtido de postres caseros: panqueques de dulce de leche, arrollado de dulce de leche, alfajores y flan con dulce de leche. Una dulce perdición...
Mientras culminábamos la cena, un cantante argentino pertrechado con su guitarra nos amenizaba con tangos clásicos. Claro, un simpatiquísimo y veterano animador nos repartió unas cuartillas con las letras de las canciones para que también nosotros participáramos.
Duelo de cantarines:
Y réplica de las damas:
Aquí tenéis el original...
La noche aún nos deparaba más sorpresas... Una pareja de bailarines, esquivando las mesas del comedor y sin rozarlas nos deleitó con varios tangos:
Daba gusto ver con qué agilidad y soltura se movían en este sensual baile...
El problema fue que eligieron a un hombre para bailar con la bailarina y a una mujer para hacer lo mismo con el bailarín. Qué apuro, yo fui la elegida!!!
Tras superar la vergüenza, me dejé llevar y bailé mi primer tango con un argentino (vaya trago), con un resultado desastroso...
En fin, tras el baile, los cafés, los licores y las risas abandonamos el restaurante tras una velada inolvidable.
¿Dónde está este sitio en el que se come tan bien y se disfruta a tope? En la calle Ramón Gómez de la Serna, 4, Madrid 28035.
El menú nos costó, con IVA incluído 28,10 euros por barba pero resultaba ajustado a todo lo que comimos.
No hay plato internacional que aparezca en mayor número de locales en el mundo ni tenga más seguidores que la pizza.
Da igual la ciudad en la que te encuentres, una pizza siempre es una buena opción para matar el gusanillo del hambre. Siempre será magnífica degustada en Italia, pero hay muy buenas versiones en otros lugares del planeta.
Mira que hemos pasado veces por delante de este restaurante situado en la C/Ortega y Gasset, 89, en Madrid y en todas ellas hemos dicho: Hay que venir!! En una de esas ocasiones, incluso entramos y pedimos mesa, pero estaba lleno.
Hoy, por fin, hemos ido al mediodía y quedaba una única mesa para los cuatro. Tras pedir las bebidas, refrescos para los chicos y cerveza Cobra india para nosotros nos lanzamos a la lectura de la amplia carta de especialidades y especiados platos indios.
Sentados al fondo de la sala, que simula ser un vagón de tren, con maletas incluidas, comenzamos el paseo por India...
Primero pedimos las clásicas samosas, que son una especie de empanadillas rellenas de diversas farsas. Éstas eran de verdura, con guisantes, patata, semillas de cilantro y estaban deliciosas.
Las tres salsas que podéis ver en la imagen eran: picante (la roja), de yogur y menta la verde (no tan picante) y la marrón del fondo de refrescante pulpa de tamarindo.
Luego nos lanzamos a los currys (guisos con salsa elaborados con la famosa mezcla de especias) y a los tandoori (carnes maceradas cocinadas en el horno o tandoor). Pedimos cuatro diferentes, para así poder probar distintas preparaciones.
Ignacio pidió MURGHI MAKHAN WALI, un pollo al curry con salsa cremosa de tomate y especias:
Álvaro prefirió cordero: GOSHT KA ROGHAN JOSH, un clásico curry con un toque más picante y tomate con hierbas.
Yo me decanté por un pollo, MURGHI KA TIKKA MASSALA, con un suave sabor ligeramente especiado con leche de coco.
Y Luis eligió un tandoori, el BOTI KEBAB o tiernos trozos de cordero marinados en yogur, jengibre y otras especias. Todos ellos los acompañamos de arroz PULAU, un arroz basmati con cardamomo, canela, anís estrellado y azafrán.
Fue un auténtico deleite! Para terminar con algo dulce compartimos dos tipos de helado, el de vainilla, elaborado con vainas de BOURBON, según decían en la carta las más sabrosas del Índico... y el de chocolate con GUINDILLA.
Con coco rallado espolvoreado y frutos secos molidos...
Una experiencia para los sentidos que estaré encantada de repetir!