El tiramisú es uno de los postres más populares en la actualidad y que se come no sólo en restaurantes italianos.
Esta receta es la rescatada de otra que tengo en el blog, pero he cambiado los bizcochos savoiardi o de soletilla por unos magníficos ejemplares de sobaos cantábricos de pura mantequilla.
Sólo tenéis que haceros con unos buenos sobaos pasiegos, el consabido queso mascarpone, huevos lo más frescos posibles y un poco de tiempo por delante (no mucho).
Es un postre muy agradecido porque no necesita horno, sólo el trabajo de montar las claras y el tiempo de frío en la nevera.
Para 8-10 personas:
- 1 paquete mediano de sobaos pasiegos (unos 8 ejemplares pequeños o cuatro de los grandes)
- 500 g de queso mascarpone (dos tarrinas de 250 g cada una)
- 5 huevos separadas claras y yemas
- 6 cucharadas soperas de azúcar blanco
- 2 tazas de café expresso recién hecho
- 1 cucharadita de Licor Café gallego
- Cacao en polvo
Empezamos haciendo los cafés y los dejamos enfriar. Así al empapar los sobaos no se deshacen.
Se separan las yemas de las claras en los huevos. A las yemas se les añaden 3 cucharadas de azúcar y se baten bien a mano hasta que se mezclen bien.
A las claras se les añaden las otras tres cucharadas de azúcar y se baten con varillas eléctricas a punto de nieve.
Se añade una tarrina de queso a las yemas y se integra y la otra a las claras montadas.
Se unen las dos preparaciones y se mezclan con movimientos envolventes hasta que se unan muy bien y quede una pasta fina.
Se colocan los sobaos (yo los corté a la mitad en horizontal = para que no quedara una capa tan gruesa de sobao) en una fuente profunda o en vasitos individuales.
Se incorpora el café y se van aplastando los sobaos para que vayan absorbiendo el café y quede una masa suave pero que o supure café.
Se coloca encima la mezcla de queso con huevos. Se vuelve a poner un poco de masa de sobaos con café y otra nueva capa de crema de queso.
Se espolvorea con cacao en polvo, se cubre con papel film y se mete en la nevera a enfriar para que cuaje más y compacte.
Conviene dejarlo un mínimo de dos horas en la nevera. Al sacarlo se puede volver a espolvorear con cacao.
Está delicioso y si lo acompañáis con un poco de licor-café, aún mejor.
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