Esta delicia vegetariana tiene origen andalusí y se preparaba en grandes celebraciones y banquetes.
Segú la leyenda, un cocinero islámico lo preparó en la celebración de la boda de la princesa Al-Buran, hija del rey Almutamid de Sevilla. En aquella época no existía el tomate y el pimiento, así que fue el precursor del pisto.
Hay muchas variantes según la cocinera o cocinero; hay quien le añade garbanzos, canela, membrillo...
Yo voy a preparar una versión sencilla, sin garbanzos. Para hacerlo plato único he puesto un huevo para acompañar.
Para 4 personas:
- 400 g de calabaza sin piel ni pepitas
- 1 cebolleta (o cebolla)
- 2 dientes de ajo
- 1 berenjena
- 1 pimiento verde
- 1 calabacín
- 3 tomates o 250 g de tomate rallado o triturado
- 1 cucharadita de comino molido
- 1 cucharadita de pimentón dulce
- aceite de oliva virgen extra (AOVE)
- sal
Se pone en una cacerola la calabaza, cortada y sin piel, cubierta de agua y con sal. Se deja que hierva durante unos 5 minutos. Se escurre y se reserva un poco del agua de cocción, por si se queda muy espesa y hace falta añadirla durante el transcurso.
Se pican las cebollas y los pimientos en dados no muy grandes. También se pican el resto de las verduras, peladas.
Se pone en una cazuela un poco de aceite de oliva y se van pochando la cebolla y el pimiento verde junto con los dientes de ajo muy picados (o machacados) durante unos 5-10 minutos.
Luego se añade el calabacín en dados y la berenjena. Se sofríe a fuego medio durante 15 minutos.
Se añade el comino y el pimentón. Se remueve. Luego se incorpora el tomate muy picado (yo antes le quité la piel introduciéndolo en agua hirviendo para escaldarlo) o bien el tomate triturado.
Se deja que vaya cocinándose a fuego medio, hasta que todas las verduras se vayan cocinando.
Se incorpora la calabaza cocida y se remueve todo salpimentando y dejando aún al fuego unos 5 minutos más, dejando que espese y quede bien reducido.
Se sirve de inmediato con un huevo frito o con un buen trozo de pan.
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