
El verano es el tiempo del tomate. Aunque los consumimos todo el año, es el verano su mejor temporada y hay que aprovechar su sabor óptimo.
Hoy he preparado esta receta para una cena informal y el resultado ha sido refrescante y delicioso.
La burrata es un queso de vaca procedente de Puglia (Italia) similar a la mozzarella en su parte exterior, pero en su interior se queda la pasta cremosa. Su nombre deriva de la palabra mantequilla, en italiano `burro´.

Se encuentra fácilmente en supermercados en el refrigerador de quesos frescos. No es apta para quien no le guste la nata o el yogur pues su sabor es muy lácteo.
Para realizar este plato, todo en crudo, sólo hay que escaldar los tomates en agua hirviendo para retirar su piel.

Para 6 personas:
- 6 tomates rosas
- 2 burratas
- 1 manojo de albahaca fresca
- 1diente de ajo
- 100 g de pistachos tostados
- aceite de oliva
- sal
Se escaldan los tomates quitando el pedúnculo y haciendo una cruz en la base, de 30 segundos a un minuto en agua hirviendo.
Una vez hervidos se corta la cocción añadiéndolos a agua fría con hielo.
Se pelan y se vacía su interior con ayuda de una cucharilla. La pulpa se reserva para otras recetas o, simplemente, para untar sobre pan.
Se corta cada burrata en tres trozos (en mi caso por el tamaño de los tomates, si son más grandes la partes por la mitad) y se introduce cada trozo en cada tomate.
Se prepara el pesto de pistachos poniendo en el vaso de la batidora de mano la albahaca (reservamos unas hojas para la decoración), el diente de ajo y los pistachos pelados. Se va añadiendo el aceite y se bate hasta que quede una pasta.
No añadí queso parmesano en polvo por ya utilizar este pesto con la burrata.
Se salsea cada tomate con el pesto, se espolvorea con sal negra (o la que tengas), un chorrito de aceite y se disfruta.
A mi me gusta maridar el queso con vino blanco, así que abrimos una botella de blanco viura `El jefe´ de La Rioja.
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