Finalizamos el verano y ya regresamos a nuestros quehaceres y nuestras rutinas.
Cerramos las vacaciones y también tendremos que cerrar la boca. En vacaciones nos permitimos más caprichos y dispendios en la comida y hay que volver a la normalidad.
Quería cerrar este mes con esta receta inventada a partir de las sopas y cremas de remolacha que he probado en estos días por tierras polacas.
Le puse cebolleta pochada para darle un toque de sabor, pero si vas con prisa puedes prescindir de este paso (aunque pierdas sabor).
Creo que voy a empezar a hacer muchas de estas sopas y cremas de remolacha pues he probado hasta tres tipos, todas distintas, y me han gustado una barbaridad las tres.
Para 4 personas:
- 500 g de remolacha cocida
- 500 mL de caldo de verduras
- 1 cebolleta grande
- 1 yogur griego
- 400 mL de nata líquida
- aceite de oliva
- sal
- pimienta
- Kéfir
- cebollino
- pepino
Como he preparado mucha cantidad de crema, lo he procesado en dos veces porque no cabía en la batidora americana.
Se pone a pochar una cebolleta picada en una sartén con un poco de aceite de oliva virgen y una pizca de sal.
Una vez pasados unos minutos y que veamos que la cebolla esté transparente, se escurre del aceite y se añade a la batidora.
Se agrega también la remolacha cortada en trozos, el caldo y la nata líquida.
Se bate enérgicamente, se añde el yogur griego y se vuelve a batir.
Una vez llegada a una textura homogénea y cremosa se lleva a la nevera y se deja enfriar dos horas.
Se sirve acompañada de una cucharada sopera de kéfir, unas rodajas de pepino cortadas muy finas, cebollino y un punch de pimienta recién molida.
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