Las albóndigas son un plato de carne súper nutritivo y que se pueden presentar como plato único, así que, en estos tiempos de confinamiento resultan ideales para alimentar a toda la familia.
Como también llevan tomate y la deliciosa salsa bechamel, a los más pequeños de la casa les encantarán.
Ya me contaréis qué tal os han salido y si habéis triunfado en casa, aunque no me cabe la menor duda...
Para 4-5 personas:
- 500-600 g de carne picada de ternera
- 1 huevo
- 1 diente de ajo
- 1 taza de salsa de tomate casera
- aceite de oliva
- harina
- pimentón dulce
- sal y pimienta
- queso rallado (como no tenía en ese momento, utilicé una bola de queso Mozzarella que luego laminé)
Para la salsa bechamel:
- 75 g de harina (3 cucharadas soperas)
- 1/2 litro de leche
- 50 g de mantequilla
- 25 g de aceite de oliva (1 cucharada sopera)
- sal
- nuez moscada (opcional)
Se bate el huevo en una ensaladera o bol grande y se añade el diente de ajo muy, muy picado.
Se añade la carne picada junto con el pimentón dulce y la sal y la pimienta. Se mezcla bien todo. Se pasan a preparar las albóndigas.
Se pone en una fuente para horno el tomate frito casero en el fondo y se reserva.
Yo uso el método de mi madre, que es llenar media taza con harina de trigo y añadir las bolitas de carne que cojo del bol con una cucharadita. agito la taza dando un meneo y me sale ya impregnada de harina por completo. A veces, hace falta redondear un poco más con las manos, pero lo dejo a vuestro criterio.
Se pone aceite de oliva a calentar y se van friendo las albóndigas. Se ponen a escurrir en un plato con un papel absorbente y se ponen luego en la fuente para el horno, encima del tomate.
Una vez fritas todas, encendemos el horno con calor arriba y abajo a 180ºC.
Hacemos la bechamel. Se pone una sartén honda o un cazo o cazuela (mi tía Min siempre hace la bechamel en sartén, pero yo, como me enseñó mi madre, la hago siempre en cazuela) con la mantequilla y el aceite a calentar.
En cuanto esté derretida la mantequilla se añade la harina, de golpe y se remueve vigorosamente hasta que quede una bola de masa (roux). Se incorpora, poco a poco y sin dejar de remover, la leche caliente, con una espátula o con una cuchara de palo.
Se sala y se añade la nuez moscada, añadiendo, si es necesario, un poco más de leche para darle la textura deseada. A mi me gusta la bechamel líquida, pues en cuanto enfría espesa mucho.
Se cubren las albóndigas con la bechamel clarita y se espolvorea con queso rallado. Yo sóplo tenía en casa un poquito de queso y utilicé una mozzarella laminada:
Se introduce en el horno caliente hasta que funda el queso y gratine.
Se sirve de inmediato, bien caliente:
Inspirada en una receta de Bruno Oteiza.
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