La patata (Solanum tuberosum) o papa es una planta originaria de América del Sur cultivada en todo el mundo gracias a sus tubérculos.
Es originaria del altiplano andino, donde comenzó a cultivarse hace 7000 años. Los conquistadores españoles la trajeron a Europa en 1554, más como una curiosidad botánica que como un alimento.
Pese a su mala fama por su alto contenido en hidratos de carbono en los regímenes dietéticos, solo tiene un 18% de almidón (contiene agua en un 78%) y aporta solo 80 Kcal por cada 100g. Lo malo es ponernos "ciegos" a patatas fritas que están empapadas en aceite y eso es lo que nos engorda.
No conozco a nadie a quien no le gusten las patatas cocinadas en alguna de sus variedades y es que es un producto clave en la alimentación mundial.
- 2 cebolletas
- 1 puerro
- 3 o 4 patatas medianas
- unas cucharadas de aceite de oliva
- 1,5 L de leche
- 100 mL de nata líquida
- sal
Se trocean las cebolletas y el puerroy se rehogan en el aceite de oliva con un poco de sal a fuego lento, hasta que se ablanden sin dorarse.
Se añaden las patatas troceadas y la leche y se cuecen, removiendo a ratitos, pues ya sabéis que la patata se pega con facilidad a la cazuela, a lo que también contribuye la leche, durante unos 30-40 minutos (o hasta que estén blandas)
Se sazona y se pasa por la batidora, triturando a máxima velocidad para que la crema quede muy elástica. A continuación se pasa por el chino o pasapuré (si se desea) y se añade al final la nata líquida.
Se puede degustar caliente o fría según los gustos de cada uno (o también calentita en invierno y fría en verano) y los niños la comen muy bien.
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