Definitivamente soy una entusiasta del tomate: me gusta de todas las maneras posibles. De sus propiedades y virtudes os hablé en la entrada Aquí hay tomate.
Creo que lo como todos los días en alguna de sus variedades y es que su licopeno es un potente antioxidante (mantiene a nuestro organismo ágil y joven y nos defiende del estress oxidativo), pero fundamentalmente es porque me chifla.
La receta de hoy aprovecha productos de la nevera. Yo no tenía en ese momento mozarella y la he preparado con queso fresco de Burgos. La he aliñado con un pesto, pero sabe igual de rica con una vinagreta simple.
- 1-2 tomates por persona
- 2 o 3 bolas de mozarella o 200 g de queso fresco de Burgos
- 1 frasco de anchoas en aceite
- salsa pesto
- canónigos o brotes variados
Se lavan bien los tomates y se cortan en rodajas finas horizontales (se retira la parte redonda de la base del tomate para que pueda mantenerse en pie). Se va cortando el queso en rodajas finas y se escurren las anchoas y se corta cada una en cuatro trocitos.
Se colocan las capas alternando tomate y queso y disponiendo encima del queso dos o tres trozos de anchoa. Para que no quede excesivamente alto se quita una capa: he puesto tres láminas de tomate y tres de queso y anchoa.
Se coloca la tapa del tomate y se aliña con salsa pesto (la receta la tenéis en este mismo blog, mirad en el buscador de recetas, o bien las venden ya preparadas muy ricas en frascos de cristal o en las neveras de productos frescos).
Se acompaña de lechuga, brotes o canónigos.
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